sábado, 11 de junio de 2016

Sueños y mamadas.


La llamaba Insomnio, 
porque a él le gustaba dormirse en sus ojeras.
Columpiarse en sus vértebras,
soñarse entre sus rejas,
hechas de costilla y arena.

De finales va el asunto, 
de principio creyéndose astuto.
De sentimientos a pie de muro
de alientos bebidos cada segundo.
De Primaveras etílicas
que empiezan y nunca acaban,
de sueños construidos a base de mamadas. 
De caminos que bifurcan, que estampan,
de ilusiones empadadas,
de caminos de baldosas verdes, fumadas. 
De historias empezadas, 
que aburren,
que cansan.
De rutina clasificada, moralidad ordenada,
diversión apagada.
Y es que se terminaron los cuentos de hadas,
que se cuentan en la cama.
Ahora llegan los cuentos a medio plazo,
con perdices hipotecadas.

Insomnio la llamaba, recuerdos que nunca llegan
que siempre se apagan.
De cielos en escala de grises,
de miradas nubladas,
de mentiras dignas de actrices.
De polvos con sabor a hierro,
de besos con sabor a cenicero.
De párpados caídos y sonrisas en vuelo,
de pájaros en el coño y en la cabeza...hielo. 
De pasos en falso pero sin miedo,
de abismos caídos del cielo.
De sorpresas sin cumpleaños, 
de besos sin aniversarios,
de paciencia sin estragos,
de amor sin halagos.

De pegarse viajes sin moverse del sitio,
recorrer sus carreteras, arder en su camino.
De perseguir su viento y acabar en su boca,
lanzar los dados y ver qué nos toca.
 Si de tocar habláramos, 
tu polla gritaría con voz rota
que el amor llega
y nunca sabrás cuándo explotas,
cuándo te corres, 
cuándo llegó la derrota,
 cuando su reloj 
se folló a tu hora.




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