Que rara suena la lluvia desde el vacío oscuro de mis pupilas hace tiempo marchitas. Que extraña es la vida, vista desde el bosque centenario y lleno de recuerdos maltratados y a destiempo.
No comprendo las raíces de este árbol, retorciéndose en el cuello de la alegría, presionando cada gramo de saliva salida de su boca.
Le doy vueltas a cada gota caída estampada contra el suelo, no son lágrimas ni lamentos, no son ánimos ni descontentos.
No comprendo las raíces de este árbol, retorciéndose en el cuello de la alegría, presionando cada gramo de saliva salida de su boca.
Le doy vueltas a cada gota caída estampada contra el suelo, no son lágrimas ni lamentos, no son ánimos ni descontentos.
No consigue salir de ese agujero negro, oscurecido y emborronado por el aliento del tiempo. Quiero salir de este lugar sangriento, llamado las venas de un vulgar desierto.