martes, 13 de diciembre de 2011

Desiertos áridos

Que rara suena la lluvia desde el vacío oscuro de mis pupilas hace tiempo marchitas. Que extraña es la vida, vista desde el bosque centenario y lleno de recuerdos maltratados y a destiempo.
No comprendo las raíces de este árbol, retorciéndose en el cuello de la alegría, presionando cada gramo de saliva salida de su boca.
Le doy vueltas a cada gota caída estampada contra el suelo, no son lágrimas ni lamentos, no son ánimos ni descontentos.
No consigue salir de ese agujero negro, oscurecido y emborronado por el aliento del tiempo. Quiero salir de este lugar sangriento, llamado las venas de un vulgar desierto.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Noches hipnóticas

Cuantas dulces horas he regalado a mi reflejo en el cristal de mi habitación, mirando como los rayos de sol iluminan mi silueta. Te he visto marchar, te he contemplado a través del frágil muro de la soledad de la ventana.
Quise acariciar los pétalos mortecinos de esa rosa marchita hace eras. Quise morder la fruta madura nacida de las entrañas de Gaia. Quise mirar al cielo y dejar de mirar mi pasado detrás de esa ventana.
Me veia asomada a través del muro transparente, llorando tu ausencia entre los abrazos de la memoria. Me veia suspirando cada mirada, mirando cada beso, acariciando cada aliento absorvido de tu boca.
Y solamente me quedó la huella de tu esencia en el hueco despejado de nuestras almas, en la habitación de la soledad de tu ida y la sombra alargada de tu llegada.