jueves, 1 de diciembre de 2011

Noches hipnóticas

Cuantas dulces horas he regalado a mi reflejo en el cristal de mi habitación, mirando como los rayos de sol iluminan mi silueta. Te he visto marchar, te he contemplado a través del frágil muro de la soledad de la ventana.
Quise acariciar los pétalos mortecinos de esa rosa marchita hace eras. Quise morder la fruta madura nacida de las entrañas de Gaia. Quise mirar al cielo y dejar de mirar mi pasado detrás de esa ventana.
Me veia asomada a través del muro transparente, llorando tu ausencia entre los abrazos de la memoria. Me veia suspirando cada mirada, mirando cada beso, acariciando cada aliento absorvido de tu boca.
Y solamente me quedó la huella de tu esencia en el hueco despejado de nuestras almas, en la habitación de la soledad de tu ida y la sombra alargada de tu llegada.

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