1099
del año de Nuestro Señor
- No van a volver Mathew -le dije susurrando a mi hermano pequeño-. Debemos
hacer caso
a mamá y papá e ir a casa de tía Judith, ella nos
cuidará.
- Pero,
¡yo quiero ir con papá y mamá!
- Ya
te he dicho que no puedes ir con ellos, nunca volverán. Ahora
cállate, o los hombres
malos sabrán que estamos aquí.
Tenía
16 años, en ese mismo instante mis padres habían muerto, y en unos
segundos
perdería a mi último ser querido.
- He
escuchado ruidos detrás de esa estantería.
- ¡Pues
palurdo, ve a mirar, no te quedes ahí parado con esa cara de
estúpido!
Podía
escuchar las duras pisadas del bandido acercándose a nuestro
escondite. Tenía miedo
nos había encontrado y no podía hacer nada
para proteger a mi hermano. De repente la
puerta se abrió, la segura
oscuridad dejó paso libre a la tétrica luz de una chimenea y entre
la
ceguera pasajera, mantuve la mirada fija en la sombra que teníamos
delante.
- Tom,
he encontrado a dos críos. ¿Qué hacemos?
- Pues
no nos sirven de mucho, los cadáveres que tenemos a nuestros pies
seguramente son
de sus padres. Mátalos, coge el botín y larguémonos.
de sus padres. Mátalos, coge el botín y larguémonos.
- Oh,
pobres críos huérfanos, vais a escuchar el eterno silencio de la
muerte.
Raudo,
el criminal asió a Mathew por la pechera y lo sujetó cual débil
murmullo de un
sollozo. Su mirada era malvada y egoísta, tan egoísta como para no ver que no podíamos
causarles problemas. A pesar de mi fe infantil, sabía que íbamos a morir.
sollozo. Su mirada era malvada y egoísta, tan egoísta como para no ver que no podíamos
causarles problemas. A pesar de mi fe infantil, sabía que íbamos a morir.
- ¡Déjanos
marchar o te mataré con mis propias manos sucio asesino! -Saqué
toda la
valentía que apenas me habían aportado mis 16 años-.
valentía que apenas me habían aportado mis 16 años-.
- ¿Cómo
has dicho criajo deslenguado?
El malvado hombre sacó su daga y la clavó en el frágil pecho de mi hermano menor.
El malvado hombre sacó su daga y la clavó en el frágil pecho de mi hermano menor.
- ¡Nooooooooo! -Horrorizado, intenté sujetar con mis gritos su corta vida-
Vi como Mathew, de apenas 5 años intentaba soltar un grito de dolor, quedando nada más
que un gemido entrecortado. Sus ojos tan verdes y vivos como las hojas de los árboles, se
desgarraron y su débil
cuerpo cayó al suelo con un golpe seco, que retumbará en mis oídos
durante el resto de mi vida.
- Bien
hecho, ahora vámonos antes de que venga la guardia.
El
hombre vino hacia mí, me puso la mano en la cabeza y con su hacha
levantada masculló:
- Reza
lo que sepas, aunque no te sirva de nada, reza.
Con
los ojos cerrados y rezando por sobrevivir, intenté no pensar en la
muerte y…se escuchó
un ruido sordo. Abrí los ojos y para mí
sorpresa, los hombres que habían matado a toda mi
familia yacían en
el frío suelo. En la oscuridad de la puerta una silueta se
entreveía.
- ¿Qui…qui…quién
eres? <Pregunté entre ahogados sollozos>
- Soy
aquel que viaja desde tiempos inmemoriales, soy aquel que nunca es
visto pero
siempre es nombrado…soy aquel por el que has rezado.
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